Ciencia impertinente, Chavez dixit.

Un impertinente en el IVIC
MILAGROS SOCORRO

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ALEXANDRA BLANCO/ARCHIVO Chávez dijo en 2009 que en el IVIC había puros escuálidos

La larga cadena de fracasos que el Gobierno ha acumulado en todas sus iniciativas obedece a una suma de factores; uno de los más gravosos ha sido el de privilegiar la lealtad sobre la capacidad.

Al asignar responsabilidad (e ingentes recursos) a gente cuya única credencial es la de declararse incondicional, se incurre en la doble equivocación de dejar en manos inexpertas asuntos que requieren el concurso de expertos; y, al mismo tiempo, fomentar el oportunismo de incapaces que sólo van tras la posibilidad de echar garra a unos presupuestos con los que no saben qué hacer, salvo robar.

De allí la reiterada confluencia de equipos de escasa o nula solvencia técnica con desfalcos a la Nación. Esto ha sido especialmente grave y común por el hecho de que Chávez, cuyo discernimiento es la única fuente de los nombramientos, designa equipos para poner al frente de problemas que él mismo no conoce. Y lo hace sobre la base de la fe que puede tener en los técnicos, por referencias que le ha dado su círculo más cercano, no por la experiencia o conocimientos que los eventuales colaboradores hayan demostrado poseer.

El resultado: mucha consigna y ninguna eficacia. Mucha franela roja y poquísima probidad.

Mucha adulación y un fiasco total en materia de gestión. Las declaraciones de amor al líder retumban en la tierra arrasada en que se ha convertido el país.

Frente a este criterio para distribuir los cargos, -y a la consiguiente exclusión-, muchos especialistas han optado por irse del país o por quedarse callados para conservar el trabajo. En cada institución del Estado, si no han botado a los más calificados (como ocurrió en Pdvsa, para regocijo de las industrias competidoras), hay profesionales de alto nivel sometidos al ostracismo.

Vamos a referirnos a un caso: el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, de donde se ha ahuyentado gente de excepcional capacitación tras ser sometida a injustas presiones.

El 3 de mayo del año pasado, Chávez dijo, en el Aló presidente 329, dijo que en el IVIC había “un bojote de escuálidos“. Y agregó: “Que se vayan con su escualidismo para otro lado. No vamos a dar dinero para que Ciro Peraloca investigue la vida en Venus. Señores científicos: métanse en los barrios, salgan de su encapsulamiento y hagan ciencia útil para elevar el nivel de vida del pueblo. Jesse, aprieta las tuercas y el que no le guste que se rasque“. Casi inmediatamente las autoridades del instituto iniciaron acciones para cumplir el vil mandato. En agosto, el entonces ministro de Ciencia y Tecnología, Jesse Chacón, habló de una “investigación pertinente”. Auténticas cimas de mediocridad.

En julio de ese año, el doctor Ismardo Bonalde solicitó su ascenso a investigador titular del IVIC, para lo cual cumplía sobradamente con los requisitos de ley, y no sólo le fue negado sin explicación, sino que se dictó una orden de despojarlo de parte del Laboratorio de Temperaturas Bajas, donde Bonalde viene desempañando una brillante labor, reconocida por la comunidad científica internacional.

Bonalde nació en 1961, en el hogar de un obrero de Ciudad Bolívar. Concluida su licenciatura de Física en la UDO, hizo maestría en el IVIC, luego obtuvo un doctorado de Física en Harvard y, finalmente, completó un posdoctorado en la Universidad de Illinois.

Sus aportes científicos y académicos son deslumbrantes y, por si fuera poco, sus emprendimientos han supuesto ahorros muy importantes al IVIC y, en general, al país, mediante el suministro de nitrógeno y helio líquido que anteriormente debían comprarse a precio de importación.

Ismardo Bonalde está siendo hostigado por las autoridades del IVIC. Pero, en lugar de aceptar tentadoras ofertas del extranjero o de bajar la cabeza, ha buscado abogados que le procuren justicia y está profundamente comprometido con su causa. ¿Por qué Bonalde representa la ciencia impertinente? Primero porque ha sido muy activo en la exigencia de mejorar los estándares científicos y académicos del IVIC, reclamo que las autoridades parecen haberse tomado como un alegato hacia ellos. Y, después, porque Bonalde jamás ha ocultado su firme posición opositora al gobierno.

“No voy a aceptar atropellos”, dice el doctor Bonalde. “Me voy a quedar en el país y en el IVIC por la misma razón por la que me vine cuando terminé mis estudios en el extranjero: porque soy venezolano y quiero ser útil a mi colectividad. Yo no me acomodo. Yo defiendo mis valores y mis principios”.

msocorro@el-nacional.com

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