Soberania alimentaria

¿SOBERANIA ALIMEN…QUÉ?

Teodoro Petkoff

La jugada ahora está clara. Para tapar el latrocinio y la negligencia criminal de la banda que operaba en Pdval (es una manera de hablar, porque sigue vivita y coleando), sus cómplices andan allanando depósitos de alimentos y bodegas en una supuesta lucha contra “acaparadores” y “especuladores”. Confiscan, que es un modo elegante y jurídico de disfrazar lo que es un puro y simple robo-, unas cuantas toneladas de alimentos almacenadas en galpones de mayoristas, obviamente, para su ulterior distribución a los detallistas, tratando de desviar así la atención de lo que no pueden explicar ni justificar: el escándalo de los contenedores repletos de comida que se ha dejado podrir por esa combinación infernal de corrupción e incapacidad, que es uno de los más protuberantes rasgos de este gobierno.

Eso que Chacumbele denomina un “errorcito”.

Dice que los alimentos que se han dejado perder son un porcentaje minúsculo de las miles de toneladas que han importado Pdval y Mercal. A lo mejor es verdad, pero el Inútil Mayor, en su afán de minimizar el guiso, desnuda otra cara de su fracasada política económica: el enorme incremento de la importación de alimentos por parte de un régimen que se la pasa charlataneado sobre “Soberanía Alimentaria”. El objetivo de esta supuestamente era hacer al país autosuficiente en materia de consumo de alimentos. Once años después de haberse propuesto esa finalidad, el régimen camina exitosamente por una de las vías que un cierto neoliberalismo proponía años atrás: que los países productores de materias primas se dedicaran sólo a eso y con el dinero de las exportaciones pagaran las importaciones de bienes de consumo final desde los países desarrollados.

Según esa “tésis”, Venezuela debía concentrarse en la producción y exportación de petróleo e importar bienes y servicios con los ingresos provenientes de la venta de crudo. Misión cumplida.

Esta farsa, cuyo líder todavía insiste en denominar “revolución”, nos ha hecho dependientes de los países de donde traemos bastante más de la mitad de los alimentos. Estamos contribuyendo al crecimiento de la agricultura y la ganadería en otros lugares, al mismo tiempo que, con absoluta saña y alevosía, el régimen se dedica a destruir el aparato productivo nacional. En boca de Chacumbele eso de “Soberanía Alimentaria” es un verdadero sarcasmo.

Encima de este fracaso colosal, el régimen ni siquiera alcanza a distribuir adecuadamente los alimentos que importa. Las tuberías por donde deben circular la comida importada están corroídas por la corrupción y la incapacidad. No se trata sólo de comida que se deja podrir en los puertos sino de miles de toneladas que son desviadas desde los depósitos de Mercal y Pdval a los de trajinadores, formales e informales, conchupados con los jerarcas de aquellos, para su venta posterior a través de los circuitos de la sinvergûenzura.

No es sólo Pdval quien está podrida. Es todo el régimen el que está podrido, de la cabeza a los pies.

© 2010. Editorial la Mosca Analfabeta C.A.
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