Ciencia en tiempos de decadencia

Ciencia en tiempos de decadencia
En ningún estudio debe figurar el deterioro del ambiente para crear, para la producción intelectual, para la cultura y el arte Los efectos destructivos de la aplicación de la trilogía bolivariana, robinsoniana y zamorana están a la vista

VLADIMIRO MUJICA
ImagenLa primera víctima de los regímenes autoritarios es la libertad en su sentido más amplio.

Las restricciones al pensamiento y a la acción que son consustanciales al control social que acompaña el ejercicio arbitrario y sin trabas del poder de un individuo o de una oligarquía. En el segundo círculo de víctimas están el conocimiento, la cultura, las artes, la ciencia y en general cualquier actividad humana que requiera del ejercicio de la creatividad y la libertad.

Cualquiera de los estudios de opinión que interrogan el creciente malestar venezolano de esta última docena de años arroja prácticamente el mismo resultado en cuanto a los cuatro elementos más destacados de nuestro calvario: inseguridad, situación económica, deterioro de los servicios públicos y polarización política.

Si se sigue avanzando en la lista, se encontrarán otros rubros como la corrupción, la pérdida de democracia y de libertad. Probablemente en ningún estudio figurará el deterioro del ambiente para crear, para la producción intelectual, para la cultura y el arte.

La oligarquía chavista que detenta el poder en Venezuela desde hace doce años ha intentado imponer un entramado de valores históricos, culturales y sociales que supuestamente se hilvanan sin costuras con nuestra gestación como nación independiente. No cabe duda que el intento les ha funcionado en cuanto a desarrollar un lenguaje coherente asociado a un proyecto político, pero los efectos destructivos de la aplicación de la trilogía bolivariana, robinsoniana y zamorana, mutada con el paso del tiempo en Socialismo del Siglo XXI están a la vista.

Especialmente interesante por el impacto que tiene para nuestras vidas es el análisis de cómo se crea un proyecto, programa o ley específica que pretenda adaptarse al hilo discursivo chavista. Para esto se recurre a los intérpretes del discurso, una verdadera corte del absurdo compuesta por profesionales de toda laya, en su mayoría resentidos, y uno que otro pez gordo del régimen que sirve como cabecilla y propulsor del proyecto. Estos oráculos del dios que habla por la boca del comandante presidente han sido personajes centrales en la promoción de varias de las más absurdas leyes y programas de estos tiempos.

Tomemos por ejemplo el caso de la ciencia, cuyo financiamiento en Venezuela depende casi exclusivamente del Estado y que se desarrolla en su inmensa mayoría en las universidades públicas y en el IVIC. Durante muchos años Venezuela invirtió una cantidad de recursos muy sustancial en dotarse de un cuerpo de investigadores de talla internacional que permitieran, al menos, plantearse el uso de la investigación para promover el bienestar de la gente. Nuestras cifras siempre fueron bajas, insuficientes, para acometer todos los aspectos del reto nacional, pero había allí un espacio donde crecer.

Los oráculos del chavismo decidieron que la interpretación correcta era que la ciencia no era suficientemente popular, y primero crearon la Misión Ciencia cuyo objetivo era presuntamente empujar la ciencia y el conocimiento de manera participativa y protagónica, integrando los saberes populares con los tradicionales, una quincalla conceptual que terminó por no impulsar los saberes populares, ni estimular la ciencia tradicional y mucho menos producir su integración. El resultado fue un fracaso estruendoso donde se malgastaron importantes recursos. Luego vino la Ley Orgánica de Ciencia y Tecnología que tuvo algunos aspectos positivos iniciales que fueron anulados en su segunda versión donde, entre otras perlas, se introdujo el ridículo concepto de “cultores de la ciencia” para reemplazar el de científico e investigador y se eliminó la ruta directa de contacto entre el sector industrial y las universidades. En el camino se pervirtió el Programa de Promoción del Investigador, una importante iniciativa que reconocía los logros de nuestros investigadores, hasta hacerlo irreconocible en su caricatura del Programa de Estímulo a la Investigación, una iniciativa ideologizada donde la mayoría de quienes deciden cuáles investigadores pueden participar no tienen las credenciales académicas adecuadas. Más allá, literalmente se regaló a los chinos el control de la Orimulsión, una de las tecnologías petroleras más importante desarrollada íntegramente por venezolanos.

La lista de desaciertos es mucho más larga e incluye de manera prominente el acoso a las universidades. Lo que sobrevive de ciencia en Venezuela es gracias al esfuerzo de unos pocos héroes y a contracorriente de la política estatal. Una pequeña pero importante historia dentro del drama de decadencia de estos tiempos que no tiene la notoriedad de los miles de muertos al año víctimas de la violencia pero que marcará profundamente nuestro futuro.

http://www.talcualdigital.com/ediciones/2011/06/16/default.asp

Entradas relacionadas