Editorial El Nacional

A la manera bolivariana
Subimperialismo

E ste miércoles se anunció, tras una reunión de los respec-tivos jefes de Estado que, luego de un largo proceso de marchas y contramarchas, Venezuela había adquirido 49% de la principal refinería de la República Dominicana. La operación se presentó como un ejemplo de solidaridad y cooperación, pero si en verdad se la considera objetivamente resulta más bien una descarada muestra de imperialismo intracaribeño.

La negociación supone el pago de 130 millones de dólares que se descontarán de la deuda de 1.400 millones de dólares que el Gobierno de la isla caribeña tiene con Venezuela, por el suministro de petróleo en años anteriores. Esto recuerda a las clásicas movidas imperialistas del capitalismo de los siglos XIX y XX.

Después de lograr que los adeudos del país débil sean una carga imposible de pagar, el país fuerte le cobra haciéndose propietario de sus activos. En este caso, de una refinería que cubre 50% del consumo de la isla.

De manera que ahora el gobierno bolivariano podrá disponer a voluntad del suministro de energía en Dominicana, lo que crea una situación de dependencia. Y su único costo es reducir una deuda que tenía pocas posibilidades de ser honrada y en la que el gobierno quisqueyano incurrió estimulado por las promesas de generosidad del hermano rico, que eran difíciles de rechazar.

Este mecanismo para controlar otros países tiene una larga tradición. En otras épocas a las naciones débiles no les quitaban los activos sino que se les intervenían los ingresos de aduana.

Y con ello se imponían directrices políticas. En nuestro caso, se le exigirá a los dominicanos que se comporten de acuerdo con las inclinaciones de Miraflores. De no hacerlo correrían el riesgo de sufrir escasez de energía. La deuda, que parecía un regalo, se transforma así en un mecanismo de control y en un instrumento de expropiación capitalista.

Esta manera de actuar, muy conocida en América Latina durante los dos últimos siglos, se presenta ahora como un instrumento de la revolución bolivariana. A los débiles no les queda más que dejarse comprar por los poderosos, quienes antes les han disfrazado como dádivas sus instrumentos de penetración.

El problema de esta mecánica imperial, además de que compromete la independencia de los débiles, es que termina creando una jerarquía de la dependencia. Porque no sólo la utiliza Venezuela con los países pequeños del Caribe. El imperio mayor, Estados Unidos, la ha ejecutado a través de sus corporaciones y los imperios de segunda línea, como Brasil, la aplican con países de su área de influencia, como por ejemplo Venezuela.

Esta última, a su vez, se ensaña con los pequeños países del Caribe, cada quien comprando al menos fuerte. De manera que con el tiempo se ha creado una red de subimperialismos, cuya última expresión es la adquisición de la refinería dominicana por parte del Gobierno de Venezuela. Como buena maniobra imperial, se trata de solidaridad con garras afiladas.

EL NACIONAL – Sábado 08 de Mayo de 2010

Opinión El Editorial

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