El síndrome Torre Confinanzas

El síndrome Torre Confinanzas

Bandas armadas, carros robados, drogas, subametralladoras, un templo, un cementerio…


JUAN MARTIN ECHEVERRÍA | EL UNIVERSAL
domingo 6 de mayo de 2012 12:00 AM

En Latinoamérica los movimientos presuntamente revolucionarios se producen después de una larga gestación y el común denominador es que se trata de sociedades que aún no están consolidadas; por ello, se esgrime la igualdad aplastando la libertad y todas estas ideas terminan a corto plazo convertidas en el engendro de la violencia, sin libertad y sin igualdad, en manos de los bárbaros. Por eso hemos insistido en que la violencia aunque rinda dividendos en los primeros tiempos, acaba por voltearse contra quien la promueve, de allí que sea nefasta la permisividad de las autoridades a las invasiones, que esconden la imposibilidad de resolver la prioridad de la vivienda: imagínense centenares de millones de dólares perdidos en este infierno, cuando podría culminarse la Torre Confinanzas generando empleo en la construcción y luego crear millares de puestos de trabajo permanentes.

Contrasta la altura del edificio y su majestad a pesar de las malas condiciones en que se encuentra, con su interior convertido en “tierra de nadie”, con bandas armadas, carros robados que se desarman, drogas, subametralladoras, La Electricidad de Caracas otorgando contratos de servicios, un templo evangélico y un cementerio donde se disuelven con cal los cuerpos. ¿Cómo se ha permitido que a poca distancia del MRI y de la FGR, una oleada delictiva afecte la zona de la Candelaria donde sus habitantes son víctimas indefensas de múltiples delitos? ¿Estamos en presencia de una absoluta ausencia del Estado o hay un criterio de pasividad para ganar simpatías y votos a costa de la calidad de vida y la tranquilidad de ciudadanos trabajadores y honestos que viven en las cercanías?

La realidad es que hay demasiados edificios invadidos, ante la crisis de la vivienda y el escaso entusiasmo del régimen en construir, ahora en cambio se quieren hacer viviendas en los estacionamientos, sin tomar en cuenta los servicios, costos, tecnología y capacidad de los constructores, sino simplemente para crear en la gente la posibilidad de ganar la lotería. Mientras tanto la violencia anida en los edificios invadidos, donde en las luchas internas los perdedores lo pagan con la vida y los victimarios disfrutan de una notoria impunidad. Bastaría proceder a un censo elemental y rutinario, para determinar quién tiene antecedentes por delitos de violencia, si trabaja o no, está capacitado en algún oficio, en fin, es útil para la sociedad; aparte de requisar las armas de fuego.

El Estado ha ido entregando soberanía en porciones significativas de la Gran Caracas, también autoridad, pero a costa de quienes pagan impuestos, trabajan, contribuyen a levantar una familia y son factores fundamentales para nuestro crecimiento y consolidación como nación. Lo repetiremos hasta el cansancio, los secuestradores tienen derechos humanos, los homicidas y por supuesto los invasores, sin embargo no pueden dejarse a un lado el derecho de propiedad, el derecho a la vida, el derecho al debido proceso y el conjunto de garantías constitucionales que conforman la estructura esencial de la Constitución de 1999.

juanmartin@cantv.net

 

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