Asedio democrático. Tareas pendientes.

Asedio democrático

Julio César Arreaza B

Los que pretenden hacer política de verdad no deben permanecer anclados, sin iniciativa, en una actitud cómoda de “ver y esperar” que la cosa se resuelva sola; esa conducta resulta hoy a todas luces equivocada: apoltronados pasivamente en la galería, esperando que el régimen esperpéntico se desmorone por su incapacidad demostrada a lo largo de 14 años, chapoteando en la frontera de la criminalidad y la deshonestidad; mal administrando unos colosales ingresos petroleros; anulando constante y arbitrariamente la voluntad popular. Participar solamente en elección tras elección no es suficiente, necesitamos una oposición orgánica con agenda dinámica para construir el cambio político.

El asedio democrático no debe parar, hay que pasar a la ofensiva, vinculándonos a la defensa social de un pueblo que sufre inseguridad personal y jurídica, escasez, inflación galopante, falta de oportunidades de empleo. La oposición no está para jugar el rol de mirón de palo.

Queremos ver a los políticos democráticos acompañando a la gente, al lado de ellos, en sus numerosas vicisitudes. Queremos verlos emocionando y organizando al pueblo y ofreciéndoles soluciones; iluminando y transitando el seguro camino que conduce al reencuentro democrático merecido, de las mil oportunidades para todos; dejando atrás el presente y tortuoso empobrecimiento espiritual y material a que nos tiene sometido el perverso sistema castro comunista. Presentando al colectivo las respuestas que el oficialismo convertido en un nido de alacranes, ya no puede dar, porque el régimen está desde hace rato agotado, de salida y con fecha vencida. Queremos verlos dando la pelea constante para que los periodistas vuelvan a entrar, como siempre se ha acostumbrado, a las sesiones del Parlamento que es la casa de todos los venezolanos.

El régimen ilegítimo Maduro se inauguró con el asesinato del Congreso en pleno siglo XXI, cerrando una necesaria válvula de escape para que el país encuentre su rumbo mediante salidas constitucionales y pacíficas. El espía cubano Mario Silva, no tuvo el coraje de dar la cara y asumir la autenticidad del escabroso audio, demostró que la revolución no es bonita sino horrorosa, el pueblo chavista noble se siente defraudado de su dirigencia embustera, corrupta y mafiosa. Ese pueblo tiene su lugar en la Venezuela amplia y de oportunidades vislumbrada en la presidencia de Capriles.

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