Precisiones necesarias. Parte II.

Julio César Arreaza

La actuación de Mario Iván Carratú, Jefe de la Casa Militar del Presidente Carlos Andrés Pérez, fue crucial para repeler la rebelión militar acontecida en la noche del 3F, y cumplió su deber de oficial Almirante de la República, salvando la vida de CAP y defendiendo  la democracia como régimen político. Carratú hace precisiones que destacamos entre comillas, sobre hechos que rodearon al cuartelazo fracasado, y luego vienen mis comentarios, derivados de mi experiencia  política en Miraflores.

“El zarpazo y traición de la Corte Suprema de Justicia el 22 mayo de 1993, para así forzar la renuncia y destitución del Presidente Carlos Andrés Pérez.”

Yo opino con propiedad porque fui Secretario del Consejo de Ministros, que la partida secreta la usó CAP conforme a la ley, de la misma manera, ni mejor ni peor, como la utilizaron los demás presidentes democráticos, su carácter secreto por razones de seguridad del Estado, no exige rendición de cuentas. Solo que la rectificación presupuestaria debe ser aprobada en Consejo de Ministros, trámite cumplido con la partida de Bs. 250.000.000, en febrero de 1989. Se trata de una canallada de la entonces Corte Suprema de Justicia que responde a intereses desestabilizadores contra la democracia. La prueba evidente de la hipocresía con que se actuó resulta en que nunca se eliminó la partida secreta del presupuesto nacional, sigue allí, y más bien su uso obsceno por el régimen no tiene límites.

“La impunidad y componenda entre las elites, partidos, actores mediáticos, alto mando militar y el poder para sobreseer el 4 de marzo de 1994, a los rebeldes militares, proteger a civiles conjurados e institucionalizar la rebelión militar. El compromiso lo urgía y ello según Carratú, no le permitió evaluar sus consecuencias políticas y el devastador efecto en la Institución Militar. Este dañino plumazo causó un efecto perverso y de gran contenido anti constitucional al favorecer la rebelión que era un delito militar, el 3 de febrero y 27 de noviembre de 1992. Se pregunta Carratú si este daño es atribuido a las Fuerzas Armadas, o por el contrario a las elites políticas y otros torcidos actores?

Yo opino que el sobreseimiento es el gran error político e histórico del presidente Rafael Caldera, es su responsabilidad, a pesar de las presiones políticas ejercidas. Se premió la rebelión contra la democracia, en lugar de castigarla, y se acabó con las Fuerzas Armadas, se hicieron héroes a unos militares golpistas y mediocres. El veredicto de la historia está dado en la descomposición institucional de los últimos 15 años.

Entradas relacionadas