Se juntan los factores que atentan contra el gobierno de Maduro

konzapata.com – Por Orlando Zamora

Nicolás Maduro no puede con la crisis / Foto: mppre.gob.veAl igual que el ejemplo de dos países latinoamericanos que vivieron bajo esquemas populistas-autoritarios, Argentina y Chile, que entraron en una fase declinante, agónica y muy acelerada al final, Venezuela ensaya políticas y decisiones reiterativas que indican el fin de un camino nada acertado para la salida de una crisis ya estructural.

La Argentina en manos tanto de militares y del peronismo, es tal vez el más elocuente ejemplo en eventos cascada. Juan Domingo Perón lo vivió en carne propia en los años 50: la inflación, la balanza comercial desfavorable y los programas de bienestar social habían agotado el erario público produciendo una gran tensión económica.

Las políticas salariales, parecidas a las de Nicolás Maduro, desanimaban la inversión extranjera. Las huelgas de los obreros exigían constantes aumentos salariales. Posteriormente, entre 1970 y 1980, los militares sin preparación gerencial, encontraron como salida única jugar y abusar de la impresión inorgánica de dinero.

Perón al igual que Maduro congeló precios y ofreció ajustar, y no lo hizo, el gasto público, introdujo subsidios agrícolas, la corrupción implicó a Juan Duarte, hermano de Evita. Hasta que no pudo más y los militares lo derrocaron, para repetir las mismas medicinas.


Es un proceso declinante que se parece tanto al fin de innumerables copias de experiencias marxistas o populistas. Se señala al enemigo principal contantemente y no hay seriedad en el trabajo por rescatar a la Nación. Actúan como los militares argentinos editando dinero sin parar, sin escrúpulos y conciencia del grave daño que propaga miserias.


El final chileno, pleno de incertidumbre y ausencia total de salidas pragmáticas a la crisis terminal, encontró a un Salvador Allende deprimido, desmoralizado sin aliento político para avanzar, luego de destruir en años previos las relaciones de mercado, nacionalizar el cobre, la Banca y colocar las empresas nacionalizadas en manos de incapaces y enemigos del capital. La anarquía generalizada fue el único cause de todo ese desvarío.

Las huelgas de los trabajadores del cobre y de transportistas, hicieron que los víveres y el combustible se agotaran. La inflación arribó al 400%. En Chile se jugó a destruir las relaciones del capital productivo y sobrevivir sin alternativas productivas inmediatas.

Al igual que el gobierno de Nicolás Maduro, los socialistas chilenos le atribuyeron parte del fracaso del esquema centralista al bloqueo financiero externo impuesto por organismos internacionales. La burguesía especulativa estimuló el caos económico.

Para un observador sereno, las medidas de políticas ensayadas por el régimen de Maduro en los dos últimos años solo comprueban, además de la incapacidad del sector público, su inconsistencia programática. Lo reiterativo de los discursos, abusivos, mes tras mes, son idénticos: ajustes constantes del salario mínimo, los repetidos bonos, controles de precios y la venta de esperanza fatua, vacía.

Es un proceso declinante que se parece tanto al fin de innumerables copias de experiencias marxistas o populistas. Se señala al enemigo principal contantemente y no hay seriedad en el trabajo por rescatar a la Nación. Actúan como los militares argentinos editando dinero sin parar, sin escrúpulos y conciencia del grave daño que propaga miserias.

Incautan por medio año 21 mataderos por su incapacidad de estimular la producción de carne y de todo en general.

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