El drama universitario y el futuro de los hijos.

Carlos Machado Allison

Una avalancha de agresiones a la esencia misma de las universidades ha sido orquestada por el gobierno. Estrangulamiento económico, intervención en la designación de autoridades, intromisión del ministerio en cada detalle de la vida académica, migración de profesores calificados y abandono de miles de estudiantes que han desertado por razones económicas y de otro tipo. Estudiantes que necesitaban servicios de transporte y comedor, o becas para darle continuidad a sus estudios, están hoy obligados a trabajar para generar recursos para que las familias puedan comer.

Esta destrucción sistemática de las universidades de mayor prestigio como la UCV, USB, UDO, UC, LUZ y ULA, para citar algunas, deja a Venezuela sin futuro. La más joven, la USB, ha visto reducir la matrícula estudiantil al 25% del máximo que se registró en el año 2008 y además ha perdido casi el 40% de sus profesores y empleados, entre ellos investigadores de prestigio internacional. En su relativa breve vida, fue un ejemplo de calidad y ha dejado, entre otros logros, más de 46.000 egresados para quienes la universidad abrió un nuevo horizonte.

Pero el progreso personal no es el único legado que los egresados reciben en su tránsito por buenas universidades, ya que gracias a ellos existen servicios públicos, empresas, profesionales que ejercen libremente su actividad. Gracias a los egresados se producen, transportan y se procesan alimentos y existen médicos, ingenieros, arquitectos, economistas, abogados, odontólogos, historiadores, bioanalistas, computistas, contadores, filósofos, literatos, farmaceutas, agrónomos, veterinarios, biólogos, físicos, químicos, matemáticos, etc., que, al estar bien formados, constituyen la columna vertebral y el futuro del país. Son los generadores de riqueza, empleo y nuevas oportunidades. No será de centros mediocres de estudios donde importa más la ideología que el conocimiento, donde se colocarán los cimientos de la sociedad en un planeta donde la ciencia y la tecnología, siempre importantes, son ahora indispensables. ¿Educación a distancia? Sólo para algunos que tienen servicio confiable de Internet y una computadora. El mundo político se reúne a dialogar, lo que me parece muy bien, pero me pregunto si la educación y las universidades se encuentran en la agenda.

En dos décadas Venezuela ha retrocedido en casi todo lo medible: el PIB, la pobreza, la salud, la calidad y cantidad de servicios, los derechos fundamentales y ahora, lo peor que es la destrucción de la educación que nos condena al fracaso como país. Existe un grito desgarrador que llama al mundo económico y político, a la sociedad como un todo, a levantar la voz para defender a sus universidades y con ellas al futuro de nuestros hijos. Los invito a visitar el Blog Nueva Universalia.

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