Crecimiento económico con desigualdad no es viable en un país “cada vez más segmentado”

Mientras la economía crece solo en sectores específicos que no tienen tracción productiva, la desigualdad empieza a exacerbar diferencias culturales que podrían crear burbujas sociales que sigan incrementando las divisiones. La juventud se desvincula del ámbito político y Venezuela se prepara para un terreno en el que no exista una generación de relevo que tome el testigo. Entre tanto, el Gobierno apuntala crear un sistema desigual para mantenerse en el poder
Brian Contreras| / TalCual

Los resultados de la Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida (Encovi) de 2022 dejaron en evidencia el conflicto que padece Venezuela como país que experimenta un leve, pero desordenado, rebote económico que beneficia solo a algunos.

El estudio elaborado por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (IIES-UCAB) demostró que el crecimiento de la economía exacerba las desigualdades. La brecha entre los grupos más adinerados y la porción menos pudiente se amplía cada vez más.

Los datos son muy claros. Venezuela se perfila como el país más desigual del mundo. Pese a que mejoraron los ingresos en promedio, la mayor parte de estos ingresos son acaparados por la porción de la sociedad más adinerada.

Encovi dividió a la población en 10 grupos según sus ingresos. Encontró que, en el primer decil (10% más pobre), el ingreso medio era de apenas $7,9 mensuales. La diferencia con el segundo decil no es tan alta, pues en este piso se reporta una remuneración mensual de $19,1. Los siguientes deciles presentan diferencias que no exceden los 30 dólares. Sin embargo, al llegar al último decil, la situación es diferente.

Los últimos tres deciles son los que más ingresos tienen y presentan más diferencias entre ellos. El 8vo gana $108,7 mensuales, el noveno 169,1 años y el décimo da un salto a $553,2 mensuales. Esto representa un aumento de 227% frente al quintil anterior. El 10% de la población con mejores ingresos deja muy atrás al grupo inmediatamente anterior.

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Proporción de factores de la pobreza

El empleo y los ingresos han bajado porcentualmente, lo que deja en evidencia la reactivación de algunos sectores de la economía. Pero la vivienda, la educación y los servicios cada vez son más problemáticos para los venezolanos

Si la economía sigue creciendo sin realmente producir, y este crecimiento en el ámbito comercial no es acompañado por una mejora en la prestación de servicios públicos, en la educación y en el acceso a la vivienda, la mejora económica alcanzará techo más temprano que tarde.

«Se necesitan políticas públicas. Mientras eso no ocurra, vamos a llegar a un valle en el cual no se seguirá recuperando la pobreza únicamente por el crecimiento económico», razonaba Luis Pedro España, investigador del IIES, mientras presentaba los resultados de la encuesta.

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Juventud, la principal víctima
Han transcurrido 23 años de gobierno chavista. Una generación entera ha vivido únicamente durante los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, mientras que una cuarta parte de sus vidas ha estado acompañada por una contracción económica del 80%, escasez, controles de precio y, en resumidas cuentas, crisis económica, social y humanitaria.

Este panorama para la juventud ha desatado distorsiones en un contexto de desigualdad, que han tenido impacto en el tejido social venezolano, fenómeno que ha sido estudiado por el Observatorio de Juventudes Venezuela (Objuve).

De acuerdo con Verónica Chópite, investigadora de Objuve, la desigualdad ha exacerbado las diferencias culturales que «siempre han estado allí», manifestándose en expresiones de racismo y clasismo.

«Caracas se divide en este y oeste. Un oeste «marginal» y un este «sifrino». Son temas que vuelven a formar parte de la conversación. Nos estamos volviendo un país mucho más segmentado», afirmó durante el foro ‘¿Hacia dónde nos llevará la desigualdad?’, efectuado en la Universidad Central de Venezuela (UCV).

La socióloga advierte que estas divisiones atentan contra los propios procesos de definición de la identidad y crean una polarización cultural que puede generar «burbujas sociales muy peligrosas» para quienes permanecen en el país.

Encovi muestra también cómo, en los últimos cinco años, la principal masa poblacional que abandona el país es la joven. Los jóvenes de entre 15 y 29 años representaban un 57% de las salidas en 2017 y 2018, un 48% en 2019-20, un 51% en 2021 y finalmente dejaron de ser el porcentaje más alto en 2022, cuando representaron un 42% de los emigrantes.

Esta fuga de jóvenes genera problemas para el futuro económico, y hasta político, del país. Chópite recuerda que para 2013 se mostraban buenas expectativas sobre la base poblacional venezolana, ya que había un «bono demográfico» con una población que en los años venideros se mantendría en edades propicias para el trabajo y la producción. A raíz de la migración, esta ventaja demográfica se perdió.

«La Encovi de 2022 nos dice que ya perdimos el bono demográfico. Venezuela es un país que envejeció. Para recuperar el país, necesitaremos un programa de captación de cerebros y de energía social. También un levantamiento demográfico y repensar las edades y planes de retiro», advirtió.

La juventud que decidió quedarse en el país o que no pudo migrar vive una realidad, una cotidianidad, que le ha alejado del ámbito político. Jóvenes entrevistados por Objuve manifestaban que no deseaban luchar por el país, sino solo tener una vida normal en la que puedan ser felices.

«A mí lo que me importa es vivir y seguir adelante de todo lo que está pasando. Hemos acumulado demasiadas cosas. Ahí visualizas cuáles son tus prioridades. Si sigues desviviéndote por el país, te das cuenta de que muchas personas murieron en esa lucha y sigue sin parar nada. Ahí te cuestionas muchas cosas», opinó uno de los jóvenes entrevistados por Objuve.

En este sentido, hay una desconexión cada vez más grande de la juventud con la política y el ámbito público. Este fenómeno plantea muchas dudas sobre la generación de relevo que tomará las riendas del liderazgo político en el país.

«Si la desigualdad es un problema político y la juventud se desvincula de la vida pública, ¿en manos de quién queda resolver el problema?», cuestiona Verónica Chópite.

Desigualdad sistemática
Las posibilidades de reducir la desigualdad parecen ser lejanas y dependen obligatoriamente de voluntad política. Sin un Gobierno que defina lineamientos para reducir estas brechas, la sociedad y la economía no podrán hacer mucho por cuenta propia.

No obstante, las intenciones del gobierno chavista no parecen apuntar a reducir estas brechas, sino a ampliarlas, según opina la socióloga Mirla Pérez, profesora titular de la Escuela de Trabajo Social de la UCV.

«La desigualdad no es una falla del sistema, sino que está en su naturaleza y desde allí da sentido a todo el proyecto (chavista)», enfatizó.

La también investigadora del Centro de Investigaciones Populares(Cipopulares) resalta que el objetivo del sistema que ha estructurado el chavismo tiene como finalidad despojar a las personas de su autonomía, convirtiéndolos en individuos indefensos y dependientes, para lo cual la pobreza es un elemento clave.

«La pobreza implica la carencia de bienes y servicios, pero también la ausencia de trabajo y de oportunidades. El sistema ha ido cerrando todas las alternativas que le permiten a la persona ser autónoma. Alguien que no es autónomo está indefenso, a merced de la dominación. Eso es precisamente lo que ellos buscan», insistió.

En el horizonte futuro del país se avizora, entonces, una economía que dejará de crecer, una pobreza que no seguirá disminuyendo y una desigualdad que el Gobierno parece estar impulsando, mientras la juventud no se interesa en ocupar espacios políticos y públicos para generar cambios.

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