Conocimiento y libertad

Conocimiento y libertad

Carlos Genatios

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Toda persona que haya dedicado consciente y deseosamente su vida a educar, sabe que para poderlo hacer, su primera tarea es estudiar. Debe buscar los caminos necesarios para explicar, de la manera más sencilla posible, los temas que presenta a sus alumnos. Es similar al escritor, para serlo, es necesario ser lector. Borges prefería los libros de otros.

A continuación, el profesor entra en el sagrado recinto del aula y comienza su esfuerzo por crear las condiciones para que los jóvenes aprendan. Sí, que los alumnos aprendan. No se trata de enseñar. Es mentira que el profesor enseña. La letra con sangre no entra. El profesor procura, con sus mejores capacidades y los mejores recursos materiales disponibles, crear las condiciones necesarias para que el alumno haga un esfuerzo propio, íntimo, de concentración y de asociación de ideas, para que de allí surjan nuevas ideas y esa iluminación que es el conocimiento. Nadie enseña nada a nadie, el alumno aprende. Sólo el esfuerzo personal del que estudia le permite aprender, y el profesor, por más maravilloso que sea, tiene la responsabilidad de crear el escenario más favorable posible para que el alumno, varón o hembra, blanco o negro, logre aislarse de las excitaciones que lo rodean y camine con sus propios pies por el mundo de las ideas, de las palabras, de los números, de los sonidos o de las imágenes, y descubra un nuevo aspecto del universo. Por eso Sócrates hablaba de mayéutica, el parto que el alumno debía dar para lograr el conocimiento. Es la creación de ideas nuevas; así sean antiguas y conocidas por todos, cuando el alumno las descubre son nuevas.

Por otro lado, si un alumno no es expuesto a las mejores ideas, a los mejores profesores y a las mejores escuelas posibles, difícilmente encontrará, solo y en la calle, las condiciones que le permitan crecer en el mundo del conocimiento. Si tiene hambre o trabaja, se le hace más difícil. Y la tarea se puede convertir en imposible, si está en una situación de amenaza. Más negativa aún y más compleja es la situación, si además de amenazas, se hace una selección previa de las ideas que deben ser “enseñadas”.

Así también es la libertad.

Para que alguien sea libre, es necesario que viva en un mundo que permita que desarrolle sus capacidades. El ciudadano se hace libre con su esfuerzo y con su deseo de progresar, en un mundo de libertad. Y un ciudadano que crece en sociedad, sabe que para desarrollarse en las mejores condiciones posibles, es necesario que el que está a su lado, el Otro, también se desarrolle, crezca y sea libre, allí va la solidaridad. El Estado debe procurar crear las mejores condiciones para que el hombre se desarrolle libre como ciudadano: el mejor sistema de justicia posible, la mejor educación posible, la mejor seguridad de salud posible, y los programas de apoyo asistencial para los que tienen las peores condiciones materiales.

Hoy la libertad, al igual que el conocimiento, no nos la otorga nadie. Mucho menos un comandante que busca imponer sus creencias sobre la libertad.

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