Sísifo comprando comida.

No hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio.

Albert Camus

De esta manera comienza el ensayo “El mito de Sísifo” de Albert Camus y quizás así terminen reflexionado los que han visto el absurdo. ¿Qué queda en el mundo después de haberlo despojado de todos sus romanticismos? ¿Cuáles son los dos hechos ciertos que encierran nuestro presente, sino el haber nacido y la certeza de la muerte? Removiendo el salto filosófico hacia Dios o hacia algún concepto abstracto que provea una explicación de las cosas, ¿dónde queda el hombre frente al mundo? La razón duerme cuando Dios habla.

La imposibilidad de dar respuestas a la realidad desnuda, cruel y aburrida es confrontarse con el absurdo, porque allí es hasta donde la razón llega como instrumento; el mundo es irreductible a la razón y, al ser consciente de ello, el hombre se constituye en tragedia. ¿Cómo puede explicarse la persona que se acostumbra a realizar una cola para adquirir alimentos que le deben estar garantizados? ¿Cómo puede explicarse que esta persona asalte físicamente a otra por un pollo, cuando antes venían conversando sobre las miserias compartidas? ¿Cómo puede explicarse que la realidad de esta persona se haya reducido a realizar una cola de horas, para repetirla una y otra vez al pasar los días? ¿Cómo puede el hombre entender que la vida se reduzca a la realización de tareas inútiles para garantizarse la supervivencia?, y digo inútiles, porque realizar la cola día tras día solo atiende a las necesidades inmediatas, pero no soluciona la causa del problema; es decir, la repetición de la tarea inútil perpetúa el estado de las cosas en el tiempo sin buscar una solución. ¿Cómo puede, entonces, trazar la persona algún concepto de propósito en la vida? Existen varias maneras de suicidarse y, definitivamente, subyugarse a una vida de repetición infinita de tareas miserables es una de las más trágicas.

La mitología griega tiene una figura para esta condición humana y bien supo ilustrarla con Sísifo; de la misma manera, Camus exprime el mito para ilustrar su concepto de filosofía del absurdo. Sísifo fue condenado por los dioses griegos a subir una piedra a la cima de una montaña. No obstante, la roca vuelve a la posición inicial cada vez que Sísifo cumple con su cometido. Este acto se repite hasta la eternidad. ¿No es la condición de Sísifo absurda? ¿Para qué vive Sísifo, sino para cumplir una condena? Lo mismo sería decir que Sísifo ha muerto. Camus trata de encontrar el razonamiento de Sísifo y su sumisión al realizar la tarea una y otra vez, para llegar a sus propias conclusiones. No obstante, ¿qué está pensando Sísifo? ¿Por qué no negarse a proseguir con este acto? Sobre todo, de tener consciencia de lo absurdo, ¿por qué Sísifo no se rebela? Camus dice que Sísifo, a través de un proceso de aceptación y de entendimiento de su destino, debe verse como un ser feliz; pero, ¿cómo podríamos nosotros aceptar que la gente que es forzada a hacer colas es feliz? Más todavía cuando ello conllevaría a proponer que el hombre puede ser feliz desprovisto de su libertad. ¿Podrían los hombres ser felices viviendo en esclavitud? Conocer las profundidades de uno mismo nos permite conocer las profundidades de la humanidad, por lo que puede decirse que si un hombre no es capaz de vivir una vida plena en esclavitud, ningún hombre puede ser feliz en ella.

El absurdo se hace insoportable cuando la vida es desprovista de toda libertad. ¿Dónde está la libertad en hacer una cola día tras día para no morir de hambre? ¿Qué plenitud puede encontrarse en cumplir, día tras día, la condena que otros nos han impuesto arbitrariamente? Aunque, en la realidad que se vive, no sería absurdo encontrar en la esquina a Sísifo comprando comida.

ANDRÉS VOLPE

Sísifo comprando comida

7 DE FEBRERO 2015 – 00:01 . El Nacional. Opinión.

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