Restringir el financiamiento internacional de la sociedad civil organizada parece ser el objetivo final del Estado venezolano.

«A quien anda sin dinero, lo ponen de candelero». En el Gobierno venezolano tienen muy asumido este castizo refrán, que deja en claro la importancia del dinero en el mundo actual; por ello, el muro normativo que en las últimas dos décadas han ido tendiendo las autoridades venezolanas en torno a las organizaciones de la sociedad civil parece tener como principal objetivo secar las fuentes de financiación internacional de las agrupaciones sin fines de lucro, en especial de aquellas que defienden los derechos humanos, así como también de las humanitarias y caritativas que operan en el país. A esta conclusión se arriba en Seguir leyendo