La economia según Chavez

La economía según Chávez

Saul Godoy Gómez

Empecemos por aclarar que la economía no existe en el pensamiento chavista, ese precario y difícil equilibrio entre necesidades y recursos disponibles, esa ciencia del comportamiento humano que trata de maximizar el bienestar de la comunidad por medio de una serie de decisiones sobre balances productivos, contención de la escasez, administración de la abundancia, políticas de empleo y cuentas claras, se reduce en este socialismo del siglo XXI a que la pobreza es buena para la mayoría de la población, y la riqueza es buena para el líder del proceso y su entorno, pero para no complicarnos la escritura, digamos que existe una economía chavista (que depende absolutamente de lo que el teniente coronel de paracaidistas Hugo Chávez, cree, intuye, se le ocurre, es economía).

Lo primero a destacar es que se trata de una economía impuesta de arriba hacia abajo, no hay pataleo, ni reclamo, y esto lo saben los obreros y sindicatos que vieron perderse no solo sus reivindicaciones laborales, sino sus puestos de trabajo al convertirse sus empresas en socialistas y luego verse obligadas a cerrar definitivamente en ese vano deseo de hacer de los obreros empresarios.

Un gabinete económico de hombres sin ideas propias presidido por Chávez dicta las normas de la economía de todo un país (las personas que conforman ese gabinete no han tenido en sus vidas una actividad productiva, todos han sido funcionarios y dependientes de un sueldo del Estado, y que comulgan con el ideario comunista marxista, un probado y eficiente método para arruinar a países y pueblos).

Debido a su mentalidad militar primitiva Chávez, creen en el centralismo a ultranza, en el estatismo como fe de vida y en el autoritarismo como estilo, las medidas económicas socialistas caen del cielo como pesados pianos sobre la cabeza de los ciudadanos, los aplasta, los inmoviliza mientras sus funcionarios se ocupan de sacarle todo el dinero posible de sus cuentas bancarias, de ocuparle sus propiedades, de confiscarle sus medios de vida, esto, bajo la filosofía que todo es de todos y nada es de nadie, mientras los ineficientes socialistas se encargan de “administrar” esos bienes para hacer “justicia social”, o sea, con el dinero que es de todos, Chávez financia al “pueblo” que es la nueva manera de denominar a la masa electoral y política de su partido socialista único.

A esta gran masa clientelar era atendida solo durante contiendas electorales, les da servicios de salud, transporte, trabajo a destajo, soluciones habitacionales temporales (antes de que se les caiga), mercados con productos “vencidos”, indoctrinación “a la cubana”, con la sola y única condición de que voten por él y defiendan el socialismo, y los que piensen diferente o no les guste el socialismo, quedan automáticamente excluidos por traidores y pitiyanquis, pero ahora, con las comunas, se instaura la obligación del país de mantenerlos “forever”.

Esta mentalidad de garimpeiro de los chavistas, que ve en el Estado la oportunidad perfecta para explotar el país con sus amigotes extranjeros y exprimir la industria petrolera hasta dejarla en ruinas, es lo que ha permitido alimentar a sus dos mascotas favoritas, la corrupción y la inflación, y explica claramente el desastre económico que enfrentarán por lo menos tres generaciones de venezolanos, una vez que estos irresponsables salgan del poder.

El haber secuestrado los dólares petroleros, solo para ellos, pareciera ser un plan para convertir a Venezuela en una gran lavadora del dinero del narcotráfico, obligando a sus ciudadanos a la adquisición en el mercado negro, de cualquier cantidad de dinero sucio que circula sin trabas.

Los dos grandes demiurgos de este macabro plan de ruina del país, los ministros Giordani y Merentes, autores materiales de un gran esquema de pirámide financiera que pareciera, tiene como fin darles a las FARC y otros carteles de las drogas, un aliviadero para legalizar sus fortunas mal habidas, para ello inventaron controles imposible de cumplir, un triple cambio, un juego de bandas, nuevas monedas, una gran casa de bolsa, bonos, trueques y otros trucos dignos de un casino de las Vegas.

Y no me cansaré de insistir, los culpables de lo que está sucediendo en nuestro país somos todos los venezolanos, que de alguna u otra manera estamos permitiendo esta gigantesca estafa continuada, tratando de salvar nuestro pedacito de la torta, que al final será engullida por ese hueco negro, llamado socialismo.

saulgodoy@gmail.com El Universal.

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